La producción de miel, abandonada durante años por la falta de interés de los habitantes y el poco valor otorgado al producto, se ha erigido como una nueva oportunidad económica en comunidades como la de San Mateo Ozolco, de gran tradición emigrante y ubicada en el estado mexicano de Puebla, centro de México.
Antonio Lorenzo Hernández, apicultor, rompió los esquemas de su comunidad al iniciar un negocio familiar para producir miel natural y lograr la reproducción de la abeja reina, en un lugar caracterizado por la migración de sus habitantes hacia Estados Unidos o por la cosecha de maíz.
Orgulloso de ser el único habitante que se dedica a este oficio, Lorenzo ama a las abejas porque son las que le llevan el sustento a la mesa y porque le hacen valorar más a cada una de las especies que existe en el planeta, ahora que a base de trabajo ha logrado tener una hectárea de producción.
“Trabajamos mucho para reproducirlas, para tener miel y lograr que sea una de las mejores. Nos hemos capacitado con especialistas del Gobierno, ellos nos van orientando y certificando para ser mejores en lo que hacemos”, explicó a Efe.
Según los datos de la Secretaría de Agricultura mexicana, el año 2019 México produjo 61.900 toneladas de miel, un aumento del 6,1 % respecto al promedio de los últimos diez años.
Lorenzo confesó que su padre se dedicaba a la apicultura, pero que nadie quiso seguir esta actividad y quedó “olvidada” hasta hace aproximadamente ocho años, cuando decidió colocar sus primeros cajones de reproducción y producción para el consumo de miel entre los miembros de su familia y de la comunidad.
“La miel en mi pueblo estaba olvidada y nosotros mismos la abandonamos”, lamentó el apicultor, que tras recuperar la profesión reconoce que ha “aprendido mucho de las abejas”.
El Gobierno mexicano considera la apicultura como una actividad “de gran importancia y social”, ya que dependen directamente de ella más de 43.000 productores.
Con el paso del tiempo y con su esfuerzo, Lorenzo comenzó a adquirir más cajones de abejas y entró a programas del Gobierno federal para solicitar apoyos. Así logró la obtención de su marca y la adquisición de maquinaria especial de recolección de miel.
El avicultor refirió que su marca, “Apícola Zihuatlán”, ahora se consume en su municipio, en Puebla capital y en el central Estado de México, y está certificada por el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), que avala que es un producto 100% natural.
“La certificación del INPI nos dio un sello que garantiza que son productos naturales y realizados por manos indígenas, que son de calidad y que cuentan con todos los estándares de elaboración”, presumió.
Puebla fue el pasado año el octavo estado mexicano en producción de miel, con 2.477 toneladas.
Las abejas con las que trabaja el apicultor poblano son un cruce de las africanas con la italiana, lo que ha ocasionado que sean menos defensivas a la hora de manipularlas en los trabajos.
Lorenzo reveló que en cada uno de los cajones se estima que viven 60.000 abejas que apoyan a mejorar las condiciones de vida que se tienen en el medio ambiente.
Indicó que tras el proceso se puede llegar a recolectar por cada cajón al rededor de 10 a 15 litros de miel, para ser envasado y pueda pasar a punto de venta.
Lorenzo, asimismo, se congratuló por la nueva forma de vida “sustentable” que parecen haber adoptado los ciudadanos, que ahora buscan productos artesanales en detrimento de alimentos con conservadores o “químicos”.
“No sé a qué se deba, pero ahora la gente le ha dado más importancia a consumir la miel natural como la que hacemos. Podría ser porque la nueva manera de vida sustentable y sin químicos que se pudo de moda abone a que nosotros podamos colocar nuestros productos en el mercado”, señaló.