La enfermedad inflamatoria intestinal es una afección que impacta en México a unas 40.000 personas y, de no tener un tratamiento oportuno, puede derivar en complicaciones y afectar de forma importante la calidad de vida de quien la padece, advirtió este miércoles una especialista.
La doctora Itzel Romo explicó, en conferencia de prensa virtual, que esta enfermedad se manifiesta básicamente en dos afecciones crónicas distintas: la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa.
La diferencia entre las dos reside en la localización y la forma de la inflamación. En la enfermedad de Crohn, la inflamación puede afectar cualquier tramo del intestino delgado; en la colitis ulcerosa, en cambio, la inflamación afecta al intestino grueso, el recto y el colon.
No obstante, comparten algunos síntomas como diarrea y dolor abdominal y suelen diagnosticarse en su mayoría entre los 20 y los 30 años de edad y afectan tanto a hombres como a mujeres en un número similar.
“El diagnóstico es muy problemático porque también están otras enfermedades como el síndrome de intestino irritable con las que pueden confundirse”, afirmó la experta.
Además, señaló, la enfermedad puede manifestarse en otros órganos fuera del intestino, en las llamadas manifestaciones extraintestinales, que comúnmente acompañan a la enfermedad inflamatoria intestinal y pueden llegar a afectar la piel, los ojos y con frecuencia las articulaciones.
Aunque no se sabe cuál es la causa, sí se sabe que puede ser una combinación de factores genéticos y algún factor externo que se desconoce y que desencadena una respuesta inmunológica no controlada que se traduce en la inflamación intestinal.
El grado de afectación varía en función de si este es leve o más grave, pero se ha demostrado un importante impacto en la calidad de vida en la mayoría de los pacientes durante los brotes de la enfermedad, no sólo por los síntomas sino también por las complicaciones que pueden aparecer.
“Son pacientes que llegan a tener entre 20 y 30 diarreas al día, que viven angustiados y que sufren de dolor que los incapacita”, afirmó.
Estos brotes de actividad pueden controlarse con un tratamiento adecuado, que será para toda la vida y que varía de una persona a otra, pero no seguir las terapias indicadas puede interferir en la evolución de los síntomas.
Se espera que esta condición sea un problema de salud que aumentará en los siguientes quince años.
SIN CURA
Romo, líder médica en Takeda México, aseguró que este padecimiento no tiene cura y es por ello que el tratamiento va dirigido a controlar la inflamación.
Es por ello que la doctora exaltó la importancia de seguir el tratamiento para evitar que aparezcan brotes.
El tratamiento depende de la localización de la inflamación. Existen varios tipos de medicamentos que pueden usarse para el control de estas enfermedades, según la gravedad del brote.
Se encuentran disponibles varios tratamientos para esta enfermedad, tales como la terapia biológica, que ha cambiado el desenlace en estos pacientes, ayudando a controlar la enfermedad y a mantener la respuesta a lo largo del tiempo, reduciendo la frecuencia de complicaciones, disminuyendo la tasa de hospitalizaciones, y mejorando y normalizando la calidad de vida del paciente.
Asimismo, Romo aseveró que el medicamento no se puede abandonar, al menos mientras dure el brote, pero también afirmó que es importante que un grupo interdisciplinario esté cercano “para ayudar a los pacientes a sobrellevar la enfermedad”.